Motor de plasma

El Motor Magnetoplásmico de Impulso Específico Variable llevaba muchos años en las mentes y los papeles de muchas universidades, y como con toda tecnología, los primeros experimentos no prometían buenos resultados. Sin embargo, la teoría no daba lugar a dudas: era y debía ser más eficiente en el espacio que la propulsión tradicional. El principio era sencillo: calentar un combustible hasta que esté en estado plasma, controlarlo mediante campos electromagnéticos y proyectarlo para conseguir impulso.

Muchas universidades y empresas están actualmente trabajando en variaciones, rediseños y alternativas al motor de plasma que utilizan parte del principio en el que se basa, así que es posible que las próximas naves de la AEI utilicen motores de propulsión de plasma más eficientes o incluso que incorporen la propulsión iónica. En cualquier caso, el motor de plasma ha supuesto, tras el ascensor orbital, el mayor adelanto y mayor éxito de la “segunda carrera espacial”. No obstante, para muchos esta tecnología no es una segundona respecto al ascensor, sino que ambos adelantos son un equipo perfecto que representa la colaboración de todas las grandes naciones terrícolas en beneficio común. Y es que la propulsión de plasma resultaría muy cara para escapar de la gravedad terrestre, más que los cohetes tradicionales, y sin el ascensor no resultaría rentable usarlos, por lo que no se habría podido acortar el viaje interplanetario de no haber sido por los beneficios de ambos adelantos.