Los primeros diseños serios de una posible colonia en Marte sugerían
una gran cantidad de pequeños edificios interconectados los unos con los
otros. Obviamente resultaba excesivamente complicado construir un gran
edificio que albergase una gran número de personas, además de un riesgo
en caso de accidente. El sentido común dictaba que cada pasillo
conectando dos edificios pudiese bloquarse para impedir que una fuga de
agua, aire o fuego se llevase más vidas de las debidas. La idea de tener
que sacrificar a unos pocos para salvar al resto era un principio que no
se pudo abandonar en ningún momento, por frío que pareciese.
Así, los ingenieros de la AEI coincidieron en que los futuros edificios de la
colonia marciana debían ser construidos en la Tierra. Las mismas naves que
debían transportarlos hasta Marte debían aterrizar, desplegarse, y conectarse
las unas a las otras para formar la colonia. Una vez reconvertidas en edificios,
los diferentes módulos tenían unos usos planificados: viviendas, medicina,
control, almacenes, reciclaje de agua, producción de alimentos, etc. Dos de las
naves permanecerían en órbita geoestacionaria sobre la colonia, aportando
energía tomada de paneles solares y transmitida a la colonia mediante un láser.
Las naves no parecían naves en su trayecto al planeta rojo, pues nunca
necesitaron escapar de la gravedad terrestre y el factor aerodinámico no llegó a
importar más que de forma secundaria, para el aterrizaje en Marte. Igualmente,
la poca presión atmosférica del planeta de destino no fue muy relevante en el
diseño de las naves, y sí su futuro uso como edificios. Por ello, las naves
apenas tenían espacio libre durante el viaje, pues todo el equipamiento para el
funcionamiento de la colonia se desensambló de la forma más eficiente posible
para aprovechar el espacio.
Una vez las naves aterrizaron, la fascinante logística de la expedición se puso
en marcha y calzó los edificios para asegurarse de una perfecta horizontalidad.
Todos los edificios extendieron sus paredes, y en algunos casos algunas paredes
y techos se debían desmontar literalmente para sacar la maquinaria, y volver a
instalar las piezas sobre vigas añadidas después para ampliar el espacio
interior. Una compleja red de tuberías lleva el aire, agua, electricidad y datos
a través de toda la colonia.
El principal desafío era que la colonia pudiera ser auto suficiente. La
producción de oxígeno era fácil, y la de agua constituía un problema potencial:
tendrían agua suficiente, pero debía reciclarse continuamente. El mayor desafío
radicaba en la producción de alimentos. Con solamente 290 colonos inicialmente,
con suficientes reservas de alimento traídas de la Tierra, y con la posibilidad
de recibir alimentos desde la Tierra de forma continua, la producción de comida
era más un desafío personal que una amenaza a la seguridad. Sin embargo, y a
pesar de lo que la teoría y la experiencia en Biosphere 2 indicaban, los
invernaderos de Newton consiguieron producir suficiente alimento para toda la
población.