A pesar de haber conseguido hacer el viaje entre planetas más rápido
gracias a nuevas tecnologías de propulsión, la AEI buscó integrar en sus
filas a una mediana empresa que con suerte y buenos contactos pronto se
vio con un gran activo en sus discos duros: el secreto de la hibernación
humana.
Esta no fue una idea revolucionaria que surgió de la nada, pues ya había mucha
literatura y cine que se aprovechaba de la noción de seres humanos utilizando
una capacidad que la naturaleza había otorgado a muchas otras especies animales.
¿Por qué los humanos no? Estaba claro que si el ingenio le había dado a la
humanidad la capacidad de conseguir lo que la naturaleza sugería como imposible,
por supuesto le conseguiría lo que la naturaleza ya había hecho posible.
Una de las principales complicaciones de la hibernación en humanos era encontrar
una droga que pudiera provocar el efecto de bajar la temperatura del cuerpo
humano sin hacer que este tiritase, en oposición a la idea inicial de congelar
el cuerpo de forma externa, como se había sugerido en algunos proyectos
inicialmente. El segundo problema era evitar la muerte por sepsis, pues la
diferencia biológica entre las especies que hibernan y las que no es que sus
intestinos están preparados para largos períodos de inactividad y pueden evitar
el auto envenenamiento. Las especies como los osos, con intestinos similares a
los humanos, requieren de una hibernación con diferentes ciclos de temperatura.
Una vez que se dio con el cocktail de drogas perfecto para inducir un letargo en
humanos a diferentes temperaturas y evitar la sepsis, se decidió que la mejor
forma de administrarlo era mediante ordenador, en la misma cápsula en la que la
persona debía permanecer. No obstante, la supervisión humana no estaba de más en
el proceso.
Los viajes entre la Tierra y Marte no llevarían demasiado tiempo, pues con la
tecnología de hace décadas podía llevar una media de siete meses. Gracias al
motor de plasma se redujo a tan solo tres, lo cual era desde luego algo no muy
agotador para la mente. No hacía falta tener a todos los colonos marcianos en
hibernación, desde luego, pero era una gran ayuda. La expedición constaba de
casi media centena de naves para portar 290 colonos, así que la media era de 6
colonos por nave. No obstante, algunas naves solo disponían de dos tripulantes,
y otras, hasta 12. Para ahorrar en oxígeno, comida, agua, y posibles problemas
psicológicos, se decidió que cada nave tendría 2 tripulantes despiertos, y el
resto, en hibernación.
La tecnología se probó en la Tierra durante más de un año hasta estar lista, y
afortunadamente no hubo ningún problema de salud derivado de su uso. Los colonos
hibernados sufrieron en los peores casos mareo, dolor de cabeza y fiebre
ligera.