El desastre de Marte por supuesto generó muchísimo desconcierto en la
Tierra, y la AEI estuvo cerca de perderlo todo. La segunda carrera
espacial, impulsada y rejuvenecida por la heroicidad de Ponytail, muy
rápidamente se ganó la mala fama de ser responsable de la muerte de
tantas personas a las que se consideraba a los mejor preparados del
planeta.
Aunque poco a poco se pudo recuperar la imagen pública, incluso los más
acérrimos defensores de la AEI no se veían capaces de presentarse como
voluntarios en una hipotética colonización de un exoplaneta. Por ello, en cuanto
se puso la vista en el lejano horizonte de Kepler, muchas cosas estaban claras
desde el principio. Para empezar, el planeta debía tener una atmósfera
respirable, la población se diseminaría por toda la superficie, limitando los
movimientos en pequeños núcleos para evitar posibles pandemias, y se daría a los
colonos toda la seguridad que precisasen.
Para garantizar la seguridad pasiva los ingenieros de la AEI diseñaron un
prototipo de cápsula de seguridad, aunque hoy existen multitud de modelos
distintos. Y es que a medida que la colonización ha ido arrojando mejores
resultados, las empresas encargadas del diseño y fabricación de las cápsulas se
han permitido seguir innovando para perfeccionar el sistema.
La cápsula es una esfera con patas extensibles que permiten calzarla y
permanecer inmóvil. La puerta tiene multitud de sistemas para garantizar la
seguridad de su propietario: se abre con una simple pulsación de botón que se
desactiva si el colono está en su interior. Para evitar que un intruso pueda
colarse en su interior y hacerse pasar por el propietario, tanto dentro como
fuera se puede desafiar los protocolos de seguridad con una contraseña,
reconocimiento de voz, facial, y huella dactilar. Si hay alguien dentro, la
puerta no se abrirá en ningún caso, y el sistema avisará a un equipo de
seguridad orbital para que actúe de inmediato.
Dispone de paneles solares, baterías, equipo completo de comunicaciones,
ordenador, raciones de comida y agua, botella de oxígeno y sensores externos. En
caso de inundación la cápsula flotaría en el agua, y es prácticamente
indestructible a fuerzas externas. Aunque es efectivamente posible destruir y
abrir una cápsula, la AEI no permite que se divulgue esta clase de información.
A efectos prácticos, la cápsula es el dormitorio de un colono, aunque sus
sistemas de comunicación hacen que también sirva de oficina y automatiza todas
las gestiones con el gobierno del planeta. Ahora también se dispone de cápsulas
de pareja, más grandes, para albergar a dos personas a la vez.