La Agencia Espacial Internacional

Logotipo de la Agencia Espacial Internacional

La Agencia Espacial Internacional se fundó con el objetivo de limar las asperezas que seguía habiendo entre diferentes bloques económicos del planeta. Unos pocos diplomáticos de diferentes países buscaban una paz duradera y estable, y siguiendo el ejemplo de la Unión Europea, decidieron que la cooperación económica sería una base sólida sobre la que evitar cualquier tipo de conflicto posterior. El beneficio mutuo era el arma definitiva para acabar con la tensión política.

Por supuesto, una vez se propuso la idea en la ONU, todos los gobiernos tenían alguna excusa para no cooperar, pero la presión de las propias agencias y las comunidades científicas pronto tuvieron efecto. Mientras aún se discutía la forma en la que las agencias espaciales de todos estos países se podrían aunar, en las redes sociales surgió la idea de incorporar también a las empresas privadas que se veían excluidas.

Así es como surgió una de las más complejas compañías del mundo, compuesta por entidades públicas con altísimos presupuestos como la NASA, Roscosmos, ESA, JAXA, ISRO, CNSA… además de grandes, medianas y pequeñas empresas privadas dedicadas al campo de la aeronáutica, banca, investigación, química, etc.

La estructura organizativa es compleja debido a su naturaleza híbrida entre organización supranacional y empresa privada, lo que se agudiza también a causa del gran número de empleados que la forman y las sedes que necesita tener a lo largo y ancho el planeta Tierra. La AEI está dirigida por una Junta Directiva que preside Charles Wellington, empresario y político de renombre. Cada uno de los miembros de la junta representa a una agencia o gran empresa, o a una comunidad de inversores privados. Los miembros representativos de las agencias espaciales estatales son en la mayoría de casos políticos escogidos a dedo por sus gobiernos, y en el caso de las empresas privadas suelen ser sus directores generales. Los representantes de las comunidades de inversores son escogidos por sufragio cada cuatro años.

Actualmente la AEI cuenta con sedes principales en Space City, París, Hong Kong, Los Ángeles, y Melbourne; aunque todas las instalaciones de todas las agencias espaciales están a su servicio. Por supuesto, bastantes instalaciones han sido innecesarias y redundantes, y por tanto devueltas a sus gobiernos para que las utilicen para otros usos.

Entre los activos que figuran a nombre de la AEI figuran la estación Anillo, el ascensor, los portales intergalácticos, las instalaciones de Space City, las sedes principales, y la mayoría de la flota de naves espaciales. Kepler no es propiedad de la agencia, aunque sí los derechos de explotación del planeta durante cien años, tiempo tras el cual los colonos decidirán la forma en la que el planeta habrá de gobernarse. Se ha acordado también que la AEI no podrá imponer ningún tipo de peaje o gravamen al viaje intergaláctico por medio de agujero de gusano, aunque aún no se ha decidido de qué manera se podría liberalizar el viaje espacial y permitir que cualquiera pueda viajar sin supervisión gubernamental.

La AEI engloba a la mayoría de países de la Tierra, incluyendo muchos que no tenían una agencia espacial propia y decidieron participar en el programa en menor medida que los que ya disponían de un programa espacial. Sin embargo, cualquier ciudadano puede formar parte del programa espacial, sea como empleado o como colono. El infierno burocrático por el que ha de pasar un colono que sea oriundo de un país no perteneciente a la AEI es tan desmesurado que algunos tachan de punitivo. No obstante, y considerando el riesgo que supone para la seguridad, la AEI no se ha planteado cambiar su política de inclusión de personas ajenas al entramado sociopolítico de su esfera de influencia.